Arequipa ya no es una ciudad blanca. Y no se debe solamente a que es una de las ciudades más contaminadas del país (si es que no contamos a Cerro de Pasco), o porque el cillar tradicional ahora luce un horrible color gris oscuro, o porque el Misti ya no tiene nieve y ha pasado a convertirse en un cerro horrible y sin gracia, o porque los pseudo-yuppies sureños siguen escondiendo su coca debajo de una estatuilla de la virgen de Chapi. Arequipa ya no es una ciudad blanca porque poco a poco sus hijos ilustres, sus vecinos notables, los grandes señores, (a saber: gamonales, pseudo-aristócratas, o simplemente "blancos") han disminuído su número considerablemente, dando paso a nuevos señores: los del mercado, los de la fruta, los de los camiones, los de la pequeña y micro empresa informal.
Y es que Arequipa nunca fue blanca por el cillar, las tradiciones, la nieve de sus volcanes o lo limpio de su aire; Arequipa era llamada la "ciudad blanca" debido a la gran cantidad de vecinos notables, gamonales, ilustres y generalísimos que habitaban esas tierras. Y las cosas son con nombres y apellidos: Bustamante, López de Romaña, Benavide, Ricketts, León, Bedoya, Mostajo, Mendoza del Solar, Muñóz Nájar, Eguren, etc., etc. Basta con darle una ojeada a la controversial obra "Los Dueños del Perú" de Carlos Malpica para toparnos con estos apellidos presidiendo grandes latifundios, compañías mineras o enclaves económicos.
Los dueños del PerúPero han pasado muchos años desde la obra de Malpica (1964) y el Perú ha cambiado drásticamente. A ojos de un intelectual mediocre y ciego como Jaime de Althaus, el ajuste económico que comenzó con Alberto Fujimori y que siguió posteriormente Alejandro Toledo ha conseguido una redistribución y liberación del capital que ha permitido que éste se reproduzca en diversas esferas de la sociedad peruana donde antes brillaba por su ausencia, logrando así, que se disminuyan la mayoría de las brechas sociales existentes en el país.
Althaus reconoce que el desarrollo del mercado y las fuerzas productivas eliminará las brechas sociales por definición. Así de fácil. Ahora, los dueños del Perú, (o al menos de Arequipa), no son los López de Romaña o Mostajo, sino los Quispe y Mamani. Pero eso no es del todo cierto. Por alguna razón, el paso de este capital redentor (que excita a Althaus hasta el orgasmo antropológico mediocre) no ha disminuído las brechas sociales en la ciudad.
Pecaría de imbécil aquél que reconozca a Arequipa como una ciudad moderna. Mucho más, aquél que la reconozca como una ciudad que está en vías de desarrollarse. Así pecó cierto columnista del Comercio hace unos días, cuando señalaba con muchas cifras bonitas que Arequipa (o los arequipeños) han aprendido la lección del "arequipazo" del 2002, ya que ahora no se cierran a la inversión y el cambio responsable. El Perú Avanza, Arequipa También.
The Modern AgePero Arequipa no es una ciudad moderna. Por modernidad no entendemos, querido lector, querida loba, a la construcción de infraestructura, la proliferación de servicios o el derroche de regalías provenientes de una minería extractiva más que irresponsable.
Por modernidad entendemos una idea, una forma de ser y actuar, de calcular, de interactuar e intercambiar; una forma particular de construirse como sujeto y pensar (y actuar) en el mundo. Modernidad supone un mundo donde "todo lo sólido se desvanece en el aire", donde las categorías del pensamiento se redefinen y colisionan unas con otras constantemente, donde nada está dicho y donde todo está por decirse. Entendemos por modernidad un sistema complejo de instituciones, un modo de producción particular, una forma de racionalidad específica y una noción particular del ser humano.
Dentro de ese marco, Arequipa no es una ciudad moderna. No es moderna a nivel de individuos ni colectividades: es una ciudad violenta, racista, retrógrada, hostil, conflictiva, conservadora y esquizofrénica; aislada del mundo, cerrada en sus problemas.
Tampoco es una ciudad moderna a nivel de infraestructura y en cuanto al medio ambiente, nada tiene que envidiar de su antagónica Lima: tiene un pésimo sistema de transportes, la ciudad no tiene donde crecer, toda la ciudad está contaminada, las calles son un desastre, las "obras públicas" se realizan con licitaciones trafaciosas, corruptas, no existen espacios de comunidad: parques, centros de diversión, el centro histórico (patrimonio de la humanidad) está tugurizado, etc. Además de eso, la ciudad está estancada a nivel cultural e intelectual: no tiene producción académica (aquella destacable producción de la UNSA se cortó hacia finales de la década del 80), las universidades son pésimas y mediocres, etc.
Arequipa es el San Petesburgo PeruanoEs obvio que la experiencia de la modernidad puede ser vivida, experimentada de diferentes maneras. Podemos engañarnos creyendo que con la construcción de un Plaza Vea en la avenida la Marina se está logrando modernizar la ciudad, pese a que se bloquee el tránsito de una de las principales avenidas de la ciudad, o que con la culminación de un puente mal diseñado (el puente Consuelo), luego de más de 10 años de construcción y licitaciones corruptas se está avanzando a pasos agigantados. Recordamos instantáneamente la Nevski Prospekt de Gogol, la avenida principal de San Petesburgo a inicios del siglo XIX, el símbolo de la modernidad rusa:
"No hay nada comparado con la Nevski Prospekt, por lo menos en San Petesburgo; porque en esa ciudad está todo. ¡La belleza de la capital! ¿Qué esplendores no conoce esta calle? Estoy seguro de que ninguno de los pálidos y burocráticos habitantes de la ciudad cambiaría la Nevski Prospekt por cualquier bendición terrenal..."
La avenida más concurrida y hermosa de la ciudad era un ícono de la modernidad de la rusa zarista del siglo XIX: todo burgués e ilustrado que se respete tenía que lucirse en esa avenida, y ahí estaban los plebeyos esforzándose por figurar entre tantas estrellas. Finalmente la Nevski Prospekt terminó perdiendo brillo, o en peruano, choleándose: los rusos burócratas que buscaban codearse con la burguesía empezaron a aparecerse con sus mejores galas, tratando de cotejar a las más bellas nobles, luego lo hicieron los comerciantes y finalmente terminó convirtiéndose en un espacio de todos, del pueblo. Entonces los rusos nobles abandonaron la Nevski Prospket y perdió su brillo: se convirtió en el Jirón de la Unión.
Ahora los Mamani y Quispe caminan por todas las Nevski Prospekt con fajos de billetes con la imagen de Santa Rosa de Lima amarrados con una liga en el bolsillo del pantalón, sin documentos, con celular. ¿Y a quién le importa?
Y es que la Nevski Prospekt, por más bella que haya sido, no era el reflejo de una modernidad institucionalizada. Era una simple ilusión, como lo son las chompas de baby alpaca, la APEC, los restaurantes gourmet, Plaza Vea, Saga Falabella y demás huevadas. Arequipa nunca ha tenido una Nevski Prospekt pero sí ha tenido un parque industrial regalado por papá Belaúnde: ahora es un cementerio de fábricas en recesión, una cicatriz.
Por otro lado encontramos declaraciones de arequipeños ilustres como
Andrés Bedoya:
Muy bien, si esos pobres diablos se adjudican el derecho a ser racistas, yo también puedo serlo: ¿saben qué, indios de mierda? Ustedes no tienen complejo de inferioridad, ustedes SON inferiores. Y son inferiores porque son quechuas y aymaras. Recuerden que los nazis consideraban a los judíos como “raza inferior” y... ¿saben qué? para ellos los latinoamericanos eran una “subespecie”. En otras palabras, menos que humanos: antropoides, primates. Mussolini solía decir que gobernar a los países latinoamericanos “non e dificile, e inutile”, ¡y cuánta razón tuvo! Lo demostramos todos los días... con excepción de Chile (es que los chilenos son “blancos”, pues). La estúpida “nación aymara” está combatiendo a “los españoles” ¿Habrán querido decir “blancos”? Vaya usted a saber lo que puede producir un seudocerebro indígena. ¿Cuáles son los países más cagados de Sudamérica? Los tres que tienen indios, pues: Ecuador, Perú y Bolivia. ¿Qué tal, aymaras de mierda? ¿Les gustó mi racismo?
Y es que no importa que los arequipeños coman Sushi o empiecen a hablar farsi o que la revolución capitalista llegue a todos nuestros hogares. No basta con construir Plazas Vea en todas las avenidas y malograr el tránsito en todas las calles. No importa que aumente su cánon y que se lo gasten en "obras públicas" de pésima calidad. Arequipa es y siempre será una cuna de fracasados y fascistas cavernícolas.