Rodolfo Oroya Gallo podrá regresar a las clases de una de las universidades más mediocres del Perú, la USHIT. La verdad la noticia no tiene nada de especial y habría que darle a Rodolfo nuestro más sentido pésame en vez de nuestro apoyo o solidaridad. El contexto de su separación, según Perú21, se centra en una estupidez realizada por el alumno, que al no aguantar su angurrientada o al querer hacerse el bacancito, se fumó un joint en el baño de su universidad y fue descubierto por un profesor tiradedo.
En este blog hemos resaltado varias veces el doble discurso y el cinismo relacionado a los discursos de criminalización y penalización de este tipo de drogas, que son igual o menos dañinas fisiológica y socialmente hablando que las dos drogas legales más conocidas y consumidas, el tabaco y el alcohol. El doble discurso es variado, desde los que consumen esas drogas legales pero su corazoncito moralista los llama a espantarse de cualquier persona que consuma una planta que está entre nosotros desde hace varios miles de años y que es consumida cada vez por más personas en el mundo, sin que sus vidas se vean destruidas o sin que siquiera sus capacidad intelectual o artística se vea mellada (por el contrario). La lista de consumidores ocasionales o habituales de marihuana que han triunfado en sus campos es tan extensa que no tendríamos espacio, pero mencionemos a Louis Armstrong, Michael Bloomberg, James Brown, Bob Marley (daaaaa), Paul McCartney, Robert Mitchum, Winston Churchill, Friedrich Nietzsche, Bob Dylan y el más sonado de los últimos meses, Michael Phelps. Una buena lista la encuentran aqui.
Por otra parte están los que "nunca en sus vidas han fumado marihuana" y con ello se creen moralmente autorizados para exigir su prohibición. En realidad hay muy poco de moral o ética en el consumo de una sustancia, mas sí la hay en el comportamiento social -haya consumo de drogas o no- de las personas. La marihuana no te hace mejor ni peor persona. Si eres una persona con buena salud no te la va a mejorar, y está probado que su consumo puede tener consecuencias en la memoria a corto plazo y, según el tipo de consumo, a las vías respiratorias y los pulmones. Pero tampoco es cierto que consumir marihuana sea tu pasaporte al infierno o al más allá. Y en todo caso, la decisión de qué consumir, haga daño el producto o no, debe ser una opción tomada por las personas respetando sus preferencias, más aun si se hace de modo privado. Si no, nos estamos arriesgando a que las autoridades o el Estado puedan supervisar y condicionar a los individuos según políticas demagógicas y conservadoras. Ok, a muchos les puede parecer malo consumir marihuana, se les respeta que no consuman, pero a otros sí les gusta, y mientras no hagan daño a terceros, hay que respetar esa opción. Al menos así debería ser en los estados democráticos liberales.
Por eso, visiones conservadoras y cucufatas como las de Aldo Mariátegui (no pues Ocram, celebrarle a Alditus su artículo en el que pide que al alumno vaya a consejería o que se le controle la orina es una pavada) o la de Susana Frisancho (repetir que "puede causar" no es razón para prohibir) no contribuyen a ir al fondo del asunto. Mucho menos el anuncio de nuestro incompetente y unineuronal ministro del Interior Octavio "Jefe Gorgory" Salazar, que en una medida de lo más retrógrada busca criminalizar aun más una costumbre social cuando la tendencia internacional es relajar la legislación y virar hacia una paulatina despenalización. Qué más se podía esperar de un gobierno reaccionario como este que no es capaz de entender que el consumo de drogas en general es una tendencia y una problemática social, y que no puede explicar cuáles son los criterios de permitir el consumo de drogas mucho más dañinas.
Para el caso de la marihuana, su criminalización internacional proviene de EEUU a comienzos de siglo, cuando se asoció esta planta y su consumo a los trabajadores mexicanos de los ferrocarrilles en la zona de frontera que eran tratados como personas de segunda clase y culpados de todos los males sociales. Los trabajadores charros en sus ratos libres y luego de una jornada esclavizante de trabajo descansaban con su tronchito. De allí, la discriminación a esta minoría étnica llevó a criminalizar el consumo de lo que se creyó sin ningún sustento científico que era la causa de la violencia y de las aberraciones propias de un estereotipo racista (como bien lo explica el documental Grass). Doble discurso y cinismo puro, importado de los gringos esta vez, y que asumimos como propia como buenos subordinados culturales que somos.
Es una pena que por un descerebrado de una de las universidades empresa de peor nivel que haya podido existir se debata este tema. Consejo, querido Rodolfo, no fumes en el baño, no seas idiota. Para empezar es un lugar público y cerrado, así que estás faltando el respeto a tus iguales. Pero en el reglamento de la USHIT no hay expulsión por estupidez, si así lo fuera no sería negocio para Raulito Diez Canseco (ex puto). Claro, Raulito puede sacarle la vuelta a su esposa, comerse a la ex de su hijo y cometer tremendos actos de corrupción, pero "nunca ha fumado marihuana"... entonces es un pan de dios. Quizá si se hubiera metido su troncho no hubiera metido la pata y la huasa donde no debía, pero quizá la Frisancho tenga una explicación ingeniosa para eso.
Mientras tanto, sigamos riéndonos de los discursos demagógicos del gobierno que quiere criminalizar a cientos de miles de personas (muchas más de las que aparecen en las estadísticas de CEDRO) cuando no puede ni con el real crimen y menos desalojar un puente de modo eficiente. La guerra contra las drogas es una guerra perdida en la realidad, pero es provechosa para los discursos políticos y para los cucufatones y conservadores que les encanta sentir que controlan el cuerpo de los demás. Relájate, Salazar, rolea uno y dile a Alan que saque el litio, a Maúrtua y a Toledo que saquen el whisky y la coca y a Allison que se ponga 4 joncas, y armen una buena orgía. A ver si se tranquilizan.
Si quieren ver el documental Grass completo, aca lo tienen. Es muy recomendable.