Lavarse las manos
Leyendo La Razón (ya saben que siempre leo a los enemigos) veo un artículo en el que denuncian (me refiero al estilo de denuncias de La Razon, cosas que no le interesan a nadie más que a la camarilla de judíos traficantes de armas que pueblan sus salas de redacción) que un columnista de el diario La Nación de Chile insultó a nuestro querido presidente Alan García. Bueno, si no fuera por la denuncia del pasquín se me hubiera pasado el artículo del periodista Antonio Gil, publicado el 6 de abril (pero los super periodistas de La Razón esperaron el domingo para sacar la importantísima denuncia).
El artículo bien podría haber sido escrito en el Perú por un periodista del corte de César Hildebrandt, entre independiente y visceral. Gil lo único que hace es hacer memoria y sacarle algunos -no todos, dejó fuera otras joyas de su gobierno como el Comando Rodrigo Franco- de sus logros como presidente en su primer gobierno (1985-1990), el peor de la historia contemporánea peruana.
¿Qué dice Antonio Gil de Alan García? Aqui van algunos epítetos: ladrón, corrupto, incompetente, asesino, cobarde, demagogo, cleptómano, entre otros. No vemos donde está la mentira acá... es más, ya que los periodistas peruanos han optado por la amnesia política y viendo que poco a poco la historia se repite en este país, les ponemos el artículo completo. Como siempre, los de La Razón denunciando a quien dice la verdad o tiene la razón.
El artículo bien podría haber sido escrito en el Perú por un periodista del corte de César Hildebrandt, entre independiente y visceral. Gil lo único que hace es hacer memoria y sacarle algunos -no todos, dejó fuera otras joyas de su gobierno como el Comando Rodrigo Franco- de sus logros como presidente en su primer gobierno (1985-1990), el peor de la historia contemporánea peruana.
¿Qué dice Antonio Gil de Alan García? Aqui van algunos epítetos: ladrón, corrupto, incompetente, asesino, cobarde, demagogo, cleptómano, entre otros. No vemos donde está la mentira acá... es más, ya que los periodistas peruanos han optado por la amnesia política y viendo que poco a poco la historia se repite en este país, les ponemos el artículo completo. Como siempre, los de La Razón denunciando a quien dice la verdad o tiene la razón.
Peso Pluma, por Antonio Gil
Que Piñera se lave bien las manos
El ex senador Sebastián Piñera, muy orondo y sintiéndose ya Primer Mandatario de Chile, se ha hecho fotografiar estrechando la mano del Presidente peruano, Alan García.
Esa mismísima mano que, en el primer Gobierno alanista de 1985 a 1990, se hundió hasta el codo en las arcas fiscales del Perú, pueblo sin memoria, que fue expoliado por García y sus amigos, los llamados “doce apóstoles”, como no había ocurrido jamás en la historia.
Piñera estrecha efusivamente la mano que se birló los fondos multimillonarios de un tren eléctrico que jamás funcionó, mientras los flashes registran tan magno evento “histórico” con que Piñera quiso “ponerse en la esfera internacional” en momentos de serias diferencias territoriales con el vecino país. ¿En qué habrá estado pensando? La de García, señor Piñera, es la misma zarpita manicurada que agarró, a puñados, las millonarias coimas por la compra de los Mirage.
La misma manito que recibió lo suyo, y más, por la venta irregular de acciones de la deuda externa. La que se untó de oro y carroña con las importaciones de carne podrida. La misma mano, del mismo Alan García Pérez de ayer, que se manchó con la sangre de unos 10 mil muertos masacrados en una brutal e inútil política antiinsurgente mediante la creación del siniestro y clandestino grupo paramilitar Escorpio.
¿Alguien puede imaginar de buena fe que el ilustrado Piñera no sabía qué mano estaba acariciando tan tiernamente con la suya? En 1991, cuando ya Alan García había dejado el Gobierno, el Parlamento lo encausó por un sinnúmero de delitos: enriquecimiento ilícito, coimas en la compra de aviones y otras acusaciones más propias de un gánster de Las Vegas que de un ex Presidente.
¿Qué hizo García? Sencillamente huyó a refugiarse en casa de su amigo y compadre, el cleptócrata venezolano Carlos Andrés Pérez. Sólo así esquivó el cuerpo a lo que le esperaba. Esa mano que con tanta unción estrecha el presidenciable Piñera es la misma que en 1985, con un gesto del pulgar, hizo quemar vivos a 34 prisioneros encerrados en una prisión de Lima.
La misma tierna manecita que levantó el teléfono para ordenar la cobarde matanza de 300 prisioneros en las cárceles de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara. La misma mano que usted aprieta, Piñera, fue responsable de centenares de asesinatos a sangre fría, mientras el joven Presidente se iba de putas por semanas, tieso como pata de perro envenenado.
Y mientras el bueno y folclórico de García tocaba marineras en la guitarra, cosa que hace bien, con esas manos que Piñera no afloja hasta que se apague el último fogonazo fotográfico, fueron asesinados, entre muchos, el abogado Manuel Febres y Saúl Cantoral, inolvidable dirigente de la Federación Minera del Perú.
¿Conocerá don Sebastián Piñera ese proverbio peruano que reza: “Gallina que come huevos aunque le quemen el pico”, refiriéndose a que alguien, ya cebado como García, jamás dejará de ser García?
El desquiciado afán de protagonismo de nuestro ex senador lo lleva a cometer errores como éste. Sus compulsivas estrategias, con mucho de delirio de grandeza, llevaron al candidato en ciernes a tocar con las suyas las manos de un ser aborrecible, pese a sus innumerables reinvenciones.
Lástima que no exista una vacuna contra el afán de latrocinio, contra esa cleptomanía que no tardará en reaparecer.
Le recomendamos a Piñera que, en cualquier caso, se lave las manos con alcohol. No puede ser saludable el contacto con tanto dólar mal habido, con tanta sangre derramada en vano.
Que Piñera se lave bien las manos
El ex senador Sebastián Piñera, muy orondo y sintiéndose ya Primer Mandatario de Chile, se ha hecho fotografiar estrechando la mano del Presidente peruano, Alan García.
Esa mismísima mano que, en el primer Gobierno alanista de 1985 a 1990, se hundió hasta el codo en las arcas fiscales del Perú, pueblo sin memoria, que fue expoliado por García y sus amigos, los llamados “doce apóstoles”, como no había ocurrido jamás en la historia.
Piñera estrecha efusivamente la mano que se birló los fondos multimillonarios de un tren eléctrico que jamás funcionó, mientras los flashes registran tan magno evento “histórico” con que Piñera quiso “ponerse en la esfera internacional” en momentos de serias diferencias territoriales con el vecino país. ¿En qué habrá estado pensando? La de García, señor Piñera, es la misma zarpita manicurada que agarró, a puñados, las millonarias coimas por la compra de los Mirage.
La misma manito que recibió lo suyo, y más, por la venta irregular de acciones de la deuda externa. La que se untó de oro y carroña con las importaciones de carne podrida. La misma mano, del mismo Alan García Pérez de ayer, que se manchó con la sangre de unos 10 mil muertos masacrados en una brutal e inútil política antiinsurgente mediante la creación del siniestro y clandestino grupo paramilitar Escorpio.
¿Alguien puede imaginar de buena fe que el ilustrado Piñera no sabía qué mano estaba acariciando tan tiernamente con la suya? En 1991, cuando ya Alan García había dejado el Gobierno, el Parlamento lo encausó por un sinnúmero de delitos: enriquecimiento ilícito, coimas en la compra de aviones y otras acusaciones más propias de un gánster de Las Vegas que de un ex Presidente.
¿Qué hizo García? Sencillamente huyó a refugiarse en casa de su amigo y compadre, el cleptócrata venezolano Carlos Andrés Pérez. Sólo así esquivó el cuerpo a lo que le esperaba. Esa mano que con tanta unción estrecha el presidenciable Piñera es la misma que en 1985, con un gesto del pulgar, hizo quemar vivos a 34 prisioneros encerrados en una prisión de Lima.
La misma tierna manecita que levantó el teléfono para ordenar la cobarde matanza de 300 prisioneros en las cárceles de Lurigancho, El Frontón y Santa Bárbara. La misma mano que usted aprieta, Piñera, fue responsable de centenares de asesinatos a sangre fría, mientras el joven Presidente se iba de putas por semanas, tieso como pata de perro envenenado.
Y mientras el bueno y folclórico de García tocaba marineras en la guitarra, cosa que hace bien, con esas manos que Piñera no afloja hasta que se apague el último fogonazo fotográfico, fueron asesinados, entre muchos, el abogado Manuel Febres y Saúl Cantoral, inolvidable dirigente de la Federación Minera del Perú.
¿Conocerá don Sebastián Piñera ese proverbio peruano que reza: “Gallina que come huevos aunque le quemen el pico”, refiriéndose a que alguien, ya cebado como García, jamás dejará de ser García?
El desquiciado afán de protagonismo de nuestro ex senador lo lleva a cometer errores como éste. Sus compulsivas estrategias, con mucho de delirio de grandeza, llevaron al candidato en ciernes a tocar con las suyas las manos de un ser aborrecible, pese a sus innumerables reinvenciones.
Lástima que no exista una vacuna contra el afán de latrocinio, contra esa cleptomanía que no tardará en reaparecer.
Le recomendamos a Piñera que, en cualquier caso, se lave las manos con alcohol. No puede ser saludable el contacto con tanto dólar mal habido, con tanta sangre derramada en vano.
¿¿¿¿García se iba de putas por semanas???? ¿Una nueva del loco litio? ¿Y qué tiene que ver el Ministro de Defensa Flores-Aráoz opinando sobre el tema de un periodista chileno? ¿No tiene mejores cosas que hacer? No se, inventarse una invasión de la FARC o algo así, porque una reforma de las FFAA... ni en sueños.
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