Tarata - Historizando el pasado vivo
Uno de los hechos paradigmáticos del Conflicto Armado Interno (1980-2000) en el Perú es sin duda el atentado del PCP - Sendero Luminoso en la calle Tarata (Miraflores, Lima) el 16 de junio de 1992, hace exactamente 16 años. ¿Por qué el recuerdo de los dos coches bombas, los más de veinte muertos, cien heridos y cuantiosos daños materiales es tán conmemorado? ¿En qué medida se ha establecido un discurso oficial sobre el tema a partir de estereotipos? ¿Por qué la mayoría de medios de comunicación no contribuyen a analizar o a recordar el tema en sus respectivos espacios? ¿En qué medida contribuye historizar el pasado vivo de países en contexto de postconflicto?
Lo primero que me llama la atención de Tarata, como historiador, es que uno no tiene que recurrir a un documento del pasado, a un libro o a una fotografía para analizar el acontecimiento o evocarlo. Basta con cerrar los ojos y recordar. La memoria juega un papel fundamental en la historización de ese pasado vivo que tenemos los peruanos. La mayoría de pobladores de cada región de nuestro país sin duda realizan ese ejercicio día a día, recuerdan o evocan algun hecho de violencia de las décadas posteriores. Algún familiar muerto o desaparecido, algún pueblo abandonado, algun atentado, tortura, violación, balacera, enfrentamiento, coche bomba o quema de ánforas. Desde Chuschi a Tarata hay un hilo conductor. Todos fueron hechos de violencia traumáticos para los peruanos, y todos los adultos, en mayor o menor medida recordamos esos hechos.
Sin embargo, hay una tendencia natural y entendible hacia el olvido. Recordar, como bien dice Anne Pérotin-Dumon, implica asumir una serie de tareas. Y una de las más importantes es la instrospección, ese ejercicio tan caro a algunos peruanos que coincidentemente pueblan nuestra clase política y nuestros medios de comunicación. Ellos prefieren simplemente enterrar el pasado asumiendo que el trauma es resuelto con la negación. Cualquier psicólogo pondría el grito en el cielo. Además este discurso de negación busca imponerse a los intentos de justicia y reconocimiento de miles de pobladores que han sufrido la violencia de manera directa, sin importar de dónde venga o quién sea el actor responsable. El trauma es resuelto en la medida que se logre exteriorizar, procesar y acomodar de manera comprensible e inofensiva. El trauma se transforma en recuerdo. Allí es donde fallan los políticos y los medios de comunicación en su intento por contribuir a una sociedad cohesionada y reconciliada. He aquí la labor del historiador y más aun del lector, expuesta magistralmente por Paul RicŒur:
Lo primero que me llama la atención de Tarata, como historiador, es que uno no tiene que recurrir a un documento del pasado, a un libro o a una fotografía para analizar el acontecimiento o evocarlo. Basta con cerrar los ojos y recordar. La memoria juega un papel fundamental en la historización de ese pasado vivo que tenemos los peruanos. La mayoría de pobladores de cada región de nuestro país sin duda realizan ese ejercicio día a día, recuerdan o evocan algun hecho de violencia de las décadas posteriores. Algún familiar muerto o desaparecido, algún pueblo abandonado, algun atentado, tortura, violación, balacera, enfrentamiento, coche bomba o quema de ánforas. Desde Chuschi a Tarata hay un hilo conductor. Todos fueron hechos de violencia traumáticos para los peruanos, y todos los adultos, en mayor o menor medida recordamos esos hechos.
Sin embargo, hay una tendencia natural y entendible hacia el olvido. Recordar, como bien dice Anne Pérotin-Dumon, implica asumir una serie de tareas. Y una de las más importantes es la instrospección, ese ejercicio tan caro a algunos peruanos que coincidentemente pueblan nuestra clase política y nuestros medios de comunicación. Ellos prefieren simplemente enterrar el pasado asumiendo que el trauma es resuelto con la negación. Cualquier psicólogo pondría el grito en el cielo. Además este discurso de negación busca imponerse a los intentos de justicia y reconocimiento de miles de pobladores que han sufrido la violencia de manera directa, sin importar de dónde venga o quién sea el actor responsable. El trauma es resuelto en la medida que se logre exteriorizar, procesar y acomodar de manera comprensible e inofensiva. El trauma se transforma en recuerdo. Allí es donde fallan los políticos y los medios de comunicación en su intento por contribuir a una sociedad cohesionada y reconciliada. He aquí la labor del historiador y más aun del lector, expuesta magistralmente por Paul RicŒur:
A la memoria le queda la ventaja del reconocimiento del pasado como habiendo sido, aunque ya no lo es; a la historia le corresponde el poder de ampliar la mirada en el espacio y el tiempo, la fuerza de la crítica en el orden del testimonio, explicación y comprensión, el dominio retórico del texto y, más que nada, el ejercicio de la equidad respecto de las reivindicaciones de los distintos bandos de memorias heridas y a veces ciegas a la desgracia de los demás. Entre el voto de fidelidad de la memoria y el pacto de verdad en historia, el orden de prioridad es imposible de decidir. El único habilitado para ello es el lector, y en el lector, el ciudadano.
(Paul RicŒur. Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del pasado)
(Paul RicŒur. Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del pasado)
El atentado del 16 de junio de 1992 en la calle Tarata en Miraflores, uno de los distritos de clase media-alta más tradicionales de Lima, antiguo balneario de las clases altas durante la primera mitad del siglo XX y símbolo urbano de modernidad y estética de nuestra capital, fue uno de los más brutales jamás cometidos en dicha ciudad en todo el conflicto. La ciudad de Lima, como bien menciona el Informe Final de la CVR había sido testigo de la violencia desde sus inicios, como con el ataque e incendio al local municipal del distrito de San Martín de Porres el 13 de junio de 1980, a menos de un mes de la declaratoria de guerra del PCP-SL (quema de ánforas en Chuschi, Ayacucho, el 17 de mayo de 1980) y continuó siéndolo, basta mencionar los perros colgados en las calles del centro de Lima en diciembre de 1980 o los ataques a los locales partidarios de Acción Popular el 11 de julio de 1983. En todos los casos los hechos fueron mencionados o condenados por la prensa local.
Entonces, ¿de dónde viene la idea que Lima sólo "abrió los ojos" a la violencia con Tarata? Creo que el problema viene con la definición de conceptos y con el impacto mediático. La primera generalización es que "Lima" o la "sociedad Limeña" es equivalente a la clase media o media-alta que sufrió el atentado en carne propia o que lo asoció a su realidad inmediata pues se estaba atentando a sus pares. Si bien esta clase media tenía mucha mayor representación en los medios de comunicación locales y su papel como opinión pública mediática era mucho mayor en esa época que la de la población campesina de zonas rurales, no era la primera vez que se le golpeaba. Los atentados a altos mandos de las FFAA como los asesinatos a Carlos Ponce Canessa (1986), Gerónimo Cafferata (1986), Enrique López Albújar (1990) o a los funcionarios como Domingo García Rada (1985) o el secuestro de empresarios por parte del MRTA (Hiraoka, Miyasato, Ferreyros) inclusive con asesinato posterior (Vera Ballón, 1992) fueron muy representativos y captaron atención de la prensa. Los ojos entonces estaban bien abiertos.
A mi parecer, el atentado de Tarata tiene un doble impacto. El primero es su magnitud. Se trata del primer atentado de tal magnitud, con tal carga explosiva, a ciudadanos inocentes que jamás haya ocurrido en Lima. Los aproximadamente 25 muertos y más de 100 heridos hablan bastante bien del asunto. Esta magnitud habría pasado desapercibida si no fuera por el papel que juega la prensa en la difusión del atentado y con ello del terror. Las televisivas y fotografías que los peruanos, sobre todo los limeños, vimos del atentado esa misma noche o en los días siguientes, fueron brutales. Humo, fuego, muertos, heridos, sangre, ruido, destrucción, caos... terror. Si bien se dice que el atentado de Tarata fue un error del PCP-SL pues el objetivo era contra un banco cercano, su impacto, dentro de su lógica de terror, fue un éxito para consolidad la imágen violenta e implacable del grupo.
El segundo impacto es la confirmación de un mito, el de "Sendero Ganador". A partir de 1990, el PCP-SL entra a un nuevo nivel de conflicto, según ellos, llamado el equilibrio estratégico, con lo cual los ataques a los centros de poder políticos y sociales se intensifican para cercar la capital y ahogarla, inclusive para promover una intervención extranjera. La CVR menciona que:
Entonces, ¿de dónde viene la idea que Lima sólo "abrió los ojos" a la violencia con Tarata? Creo que el problema viene con la definición de conceptos y con el impacto mediático. La primera generalización es que "Lima" o la "sociedad Limeña" es equivalente a la clase media o media-alta que sufrió el atentado en carne propia o que lo asoció a su realidad inmediata pues se estaba atentando a sus pares. Si bien esta clase media tenía mucha mayor representación en los medios de comunicación locales y su papel como opinión pública mediática era mucho mayor en esa época que la de la población campesina de zonas rurales, no era la primera vez que se le golpeaba. Los atentados a altos mandos de las FFAA como los asesinatos a Carlos Ponce Canessa (1986), Gerónimo Cafferata (1986), Enrique López Albújar (1990) o a los funcionarios como Domingo García Rada (1985) o el secuestro de empresarios por parte del MRTA (Hiraoka, Miyasato, Ferreyros) inclusive con asesinato posterior (Vera Ballón, 1992) fueron muy representativos y captaron atención de la prensa. Los ojos entonces estaban bien abiertos.
A mi parecer, el atentado de Tarata tiene un doble impacto. El primero es su magnitud. Se trata del primer atentado de tal magnitud, con tal carga explosiva, a ciudadanos inocentes que jamás haya ocurrido en Lima. Los aproximadamente 25 muertos y más de 100 heridos hablan bastante bien del asunto. Esta magnitud habría pasado desapercibida si no fuera por el papel que juega la prensa en la difusión del atentado y con ello del terror. Las televisivas y fotografías que los peruanos, sobre todo los limeños, vimos del atentado esa misma noche o en los días siguientes, fueron brutales. Humo, fuego, muertos, heridos, sangre, ruido, destrucción, caos... terror. Si bien se dice que el atentado de Tarata fue un error del PCP-SL pues el objetivo era contra un banco cercano, su impacto, dentro de su lógica de terror, fue un éxito para consolidad la imágen violenta e implacable del grupo.
El segundo impacto es la confirmación de un mito, el de "Sendero Ganador". A partir de 1990, el PCP-SL entra a un nuevo nivel de conflicto, según ellos, llamado el equilibrio estratégico, con lo cual los ataques a los centros de poder políticos y sociales se intensifican para cercar la capital y ahogarla, inclusive para promover una intervención extranjera. La CVR menciona que:
Durante 1991 y el primer semestre de 1992 el número e intensidad de las acciones militares del PCP-SL en Lima aumentaron respecto de años anteriores, convirtiendo a la capital en el principal blanco de sus ataques. Entre 1991 y 1992, 46 coches-bomba provocaron conmoción en la capital. Como respuesta, el gobierno de Alberto Fujimori decidió, el 5 de abril de 1992, romper el orden constitucional y concentrar el poder.
Sin embargo, la situación del PCP-SL para 1990 era completamente diferente. Los comités de autodefensa (CAD) habían logrado importantes avances en las zonas rurales de los andes, cortando las vías de comunicación entre la cabeza de Sendero Luminoso (el Comité Central y el Buró Político en Lima) y los destacamentos en la sierra. Además, el mismo Abimael Guzmán sintió desde 1991 cómo el cerco se cerraba sobre su persona, sobre todo luego que el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) de la DIRCOTE (creado en marzo de 1990) allanara una de las casas donde días antes había estado Guzmán oculto. Tan rápida fue la huída del trístemente célebre "Presidente Gonzalo" que dejó detrás suyo el archivo central del PCP-SL y no tuvo ni tiempo para llevarse sus lentes. Es así que la violencia perpetrada en Lima por parte de este grupo terrorista no obedeció a una idea de equilibrio estratégico, sino a una "huída hacia adelante", algo así como, "perdí el juego, y como la pelota no es mía, la desinflo y además te pego". Errores garrafales se cometen en ese contexto, hasta para los propios planes del PCP-SL, como el asesinato a María Elena Moyano (15 de febrero de 1992) y por supuesto, Tarata.
Pero durante 1992, el caos económico, social, político (ya había ocurrido el golpe de Estado de 1992 por parte de Alberto Fujimori y el Grupo Colina ya hacía de las suyas desde 1991) y la crisis de violencia eran tan fuertes que muchos percibieron el futuro como incierto y a nuestro país como inviable, y no les faltaba razón. Dentro de ese sentimiento, la posibilidad que el PCP-SL pueda realizar atentados en el corazón urbano de la capital asesinando a decenas de inocentes era algo que la población limeña no había vivido hasta entonces, y fue un punto de quiebre, pero no para darse cuenta que había una guerra, sino que la guerra podía ser perdida o al menos que se avecinaba una nueva etapa en la cual nosotros, los limeños, íbamos a ser protagonistas (trágicamente, como ya lo venían siendo cientos de miles de peruanos desde 1980) de nuestro peor conflcito armado de la historia republicana. La captura de Guzmán cambió todo eso.
Es válido entonces, 16 años después, no sólo recordar Tarata, sino conmemorarla. Hablar sobre ella, discutirla no como hecho aislado sino como acontecimiento dentro de un proceso de violencia que a todos nos tocó vivir. Es un momento en que los limeños debemos recordar, rendir tributo a las víctimas de ese hecho y luchar (no esperar ni rezar) por que nunca eso se repita. Pero también es un momento en el cual los limeños debemos reconocernos dentro de un conjunto, un grupo del cual siempre hemos visto con desdén y desconfianza, los limeños debemos reconocer que Tarata fue brutal y traumático, pero no es nada... así es... NADA comparado a lo que sucedió en otras zonas del país como el Alto Huallaga, Huamanga, Junín, Cangallo, Víctor fajardo, Raucana, Huanta... etc. La lista es larga, y Tarata solo es una línea más dentro de ella.
Pero durante 1992, el caos económico, social, político (ya había ocurrido el golpe de Estado de 1992 por parte de Alberto Fujimori y el Grupo Colina ya hacía de las suyas desde 1991) y la crisis de violencia eran tan fuertes que muchos percibieron el futuro como incierto y a nuestro país como inviable, y no les faltaba razón. Dentro de ese sentimiento, la posibilidad que el PCP-SL pueda realizar atentados en el corazón urbano de la capital asesinando a decenas de inocentes era algo que la población limeña no había vivido hasta entonces, y fue un punto de quiebre, pero no para darse cuenta que había una guerra, sino que la guerra podía ser perdida o al menos que se avecinaba una nueva etapa en la cual nosotros, los limeños, íbamos a ser protagonistas (trágicamente, como ya lo venían siendo cientos de miles de peruanos desde 1980) de nuestro peor conflcito armado de la historia republicana. La captura de Guzmán cambió todo eso.
Es válido entonces, 16 años después, no sólo recordar Tarata, sino conmemorarla. Hablar sobre ella, discutirla no como hecho aislado sino como acontecimiento dentro de un proceso de violencia que a todos nos tocó vivir. Es un momento en que los limeños debemos recordar, rendir tributo a las víctimas de ese hecho y luchar (no esperar ni rezar) por que nunca eso se repita. Pero también es un momento en el cual los limeños debemos reconocernos dentro de un conjunto, un grupo del cual siempre hemos visto con desdén y desconfianza, los limeños debemos reconocer que Tarata fue brutal y traumático, pero no es nada... así es... NADA comparado a lo que sucedió en otras zonas del país como el Alto Huallaga, Huamanga, Junín, Cangallo, Víctor fajardo, Raucana, Huanta... etc. La lista es larga, y Tarata solo es una línea más dentro de ella.
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Si quieres saber más sobre Tarata o el Conflicto Armado Interno, entra al Informe Final de la CVR o bájate el informe entero en el torrent.
Sobre el pasado reciente, historia o memoria: Historizar el pasado vivo en América Latina.
Entre este año y el siguiente se estrenará un filme de Fabrizio Aguilar sobre Tarata. Esperemos que sea mejor que su light Paloma de Papel.
Más en la blogósfera: Desde el tercer piso.
No faltar: Muestra Memoria del Olvido, elaborada por Ana María McCarthy. Videos y fotos inéditos del atentado.
Los principales medios de prensa limeños prácticamente no han tocado el tema. Una vergüenza. Perú21, La República (solo reseñan la muestra) y El Comercio. Esperemos que en Caretas o en los suplementos sabatinos y dominicales salga algo.
3 comentarios:
Masías: ¡Deja a Tarata en paz!
http://elquintopie.blogspot.com/2008/07/masas-deja-tarata-en-paz.html
Ciertamente el año 92 fue jodidamente bravo..., antes de Tarata habia ocurrido en plena noche el atentado a Frecuencia Latina, Jesus Maria; con coche bomba y casi al mes, el que mencionas, en Miraflores, claro que el mensaje que querian dar los conchasumadres, asesinos de mierda de los senderistas: es que van a ver.. como va ser la proxima..han visto que la anterior fue un poco menos que esta... y puedes ser tu o uno de tus familiares o seres queridos... ya estamos en Lima y tan brutalmente asesinos y malditos como de costumbre..., asi que ya saben entreguen Lima...
Cuando capturaron al conchasumadre parimpamputa del asesino de Abimael Guzman, que respiro....
Claro ahora ellos dicen o "reconocen" que el atentado de Tarata fue un "error".. hipocritas de mierda, si lo que habia hecho era justamente eso... querian matar gente... de cuando aca ponen dos toneladas de explosivos en dos coches bombas para una sola agencia.... si, eso lo hacian casi siempre, se andaban bajando bancos en la madrugada casi todos los meses, para maldicion de los watchmans de esa epoca y de los que fallecieron o quedaron mutilados...
Claro, en nuestro pais dividido por el racismo, el regionalismo, y el centralismo, el hecho de que la capital este con esta clase de atentados... era un despertar a lo que pasaba en el interior... el Peru profundo que sangraba ante un conflicto... al que no se le escuchaba sus denuncias, alos MILES de seres humanos que estaban sufriendo de un ninguneo a sus derechos de seres humanos, ni siquiera hablamos de sus derechos como ciudadanos...
GLORIA ETERNA A LOS MILES DE INOCENTES QUE FALLECIERON DE UNA MANERA TAN INDIGNA EN MEDIO DE LO LO SINIESTRO.
Tienes toda la razon!
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